Hola gentes.
Qué les cuento. Mi vida ha dado un giro rotundo y afortunado. Hace ya 12 días que una cosita de poco mas de 3 kilos salió de mí, perfecta, completa, fuerte... a revolucionarlo todo. Ahora soy mamá y vaca lechera. Aunque soy conciente de que sigo siendo esposa, y que sigo siendo Saramaría, como dice Jossué, debo cuidar de no ser demasiado madre, pero no es fácil. Sin advertirlo de pronto mi vida gira al rededor de Mateb, todo el tiempo. Es instinto, o un amor inexplicable, o dependencia, no sabría decirlo. Si duerme lo pienso, si come lo admiro, si hace caras lo festejo, si llora me empapo de leche (¡¡es incontenible!!)... vaya, ¡¡hasta cuando duermo lo estoy soñando!!
No se cómo explicarlo. Sólo de pensarlo se me llenan los ojos de unas lágrimas que nunca habían salido antes. Ya me habían dicho que sólo cuando fuera mamá entendería muchas cosas. Pues bien, aún no las entiendo, ¡pero cómo las siento!
Entre esas cosas me brinca la imágen de Dios como padre/madre. El amor incondicional, el deseo tan profundo de acompañar, de estar ahí para el hijo siempre, haga lo que haga. Tal vez por eso nos dió el regalo de la maternidad/paternidad. Para que lo entendamos poquito.
En fin. Gracias por estar ahí en el proceso, y ahora, en esta nueva forma de ser yo, por que sería mentira decir que soy la misma que antes (para empezar, no me queda mi ropa y produzco leche, cosa inusual en mí, jaja). Soy mujer de forma distinta (es raro, pero se siente), esposa de diferente manera (más plena, más unida a Jossué, si se puede), soy profesionista, amiga (y aquí sigo para ustedes, felíz y radiante), pero distinta.
Un abrazo.
