miércoles, 14 de julio de 2010

Gracias Clara

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Bueno... tambien quiero decirles.. que he seguido fielmente los dibujos y las creaciones que hace Clara en su blogg... y me tiene facinada la manera de dibujar tan diversos temas, tan chido... Claris... te lo vuelvo a Decir.. Gracias por entregarnos al mundo tus retos, por no instalarte... por salir de ti misma y por Crear... crear es lo que necesitamos reinventar nuestra vida con pasion... para que no olvidemos que eso somos.. Criaturas... capaces de Crear...
Me siento super orgullosa de que nos compartas tu ARTE... el mundo lo necesita...
que nos pongamos retos... y que caminemos hacia ellos, no importa tanto si cumplimos rigurosamente.. pero lo chido siempre es... atrevernos... TE felicito Clarin..
te quiero mucho y animo grande.. que aun faltan muchos dibujos...

Michelle

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“Nuevos desafíos e interpelaciones para la vida religiosa” - CAMILO MACISSE

Si bien es verdad que en cada contexto geográfico cultural hay retos particulares, también podemos hablar de algunos generales a los que la vida religiosa está tratando de responder. Entre otros podemos mencionar los siguientes a partir de una evaluación del camino recorrido en el período posconciliar con sus luces y sombras:
- Insertarse en la Iglesia local y vivir la interdependencia con otras formas de vida cristiana en comunión con los Pastores, con otros religiosos, laicos como exigencia de una eclesiología de comunión, y favorecer la creación de comunidades nuevas más sencillas, orantes, fraternas, cercanas al pueblo.
- Vivir una espiritualidad no entendida como espiritualismo, sino como una fuerza unificadora de la vida consagrada. Se trata de una espiritualidad encarnada, inculturada, que va a las fuentes de toda la vida espiritual, es decir, la palabra de Dios, la eucaristía y la oración. Ser testigos de la trascendencia y presencia de un Dios compasivo y misericordioso en sociedades pluralistas. Hacerlo desde la experiencia de Jesús de Nazaret.
- Testimoniar un nuevo humanismo desde el compromiso con las personas, con sus derechos humanos, con la justicia en relación recíproca de género, con la ecología. Volver al lugar natural de la vida consagrada: el mundo de los pobres y de las nuevas pobrezas. Desde ellas releer el propio carisma y abrirse a la intercongregacionalidad.
- Aprender a perder el protagonismo anterior. Aceptar ser minoría en la Iglesia y en la sociedad pluralista, y desde allí repensar la identidad de la vida religiosa en relación con el laicado; con los miembros de otras religiones, con los no creyentes, con el hombre y la mujer respectivamente, con personas de diversas generaciones.
- Añadir existencialmente a los votos un sentido más inteligible hoy: la castidad como “opción libre por nuevas relaciones de género en la igualdad, el respeto y la verdadera reciprocidad”; la pobreza: como “una nueva gestión de los bienes de la creación”; la obediencia como “una nueva comprensión de las relaciones de poder”.
- Aceptar los desafíos de la inculturación y la interculturalidad con “discernimiento, audacia, diálogo y provocación evangélica”, ante las corrientes migratorias, como lo ha procurado hacer la 73ª Asamblea semestral de la USG, analizando los cambios geográficos y culturales en la vida de la Iglesia y en la vida religiosa. La interculturalidad es una espiritualidad que invita a una visión más profunda del mundo actual que se abre a la perspectiva de la reciprocidad y de la alteridad en una Iglesia cada vez más descentralizada y policéntrica, y en un mundo globalizado y fragmentado.
- Revisar las estructuras, la organización y el ejercicio del gobierno en la vida consagrada para enfrentar los retos de este mundo globalizado. La reestructuración es un camino para favorecer la refundación; para hacerla operativa. Se requiere vivir la identidad carismática y saberla transmitir en forma inteligible y en diálogo con la realidad permaneciendo fieles a Cristo, a la Iglesia, al carisma del Instituto, al hombre y a la mujer de hoy. Eso implica un análisis de la realidad global y particular desde diferentes ángulos para discernir si es que hay que reestructurar internamente algunas presencias y finalidades, o bien reordenarlas, atendiendo a nuevos destinatarios, cambiando el papel de los religiosos, reduciéndolo o ampliándolo según los casos, abriéndose a la colaboración de un laicado asociado. En ocasiones, eso exige reforzar algunas presencias, disminuir otras, cerrar obras y abrir presencias significativas con la colaboración interprovincial o interregional. Todo esto exige una profunda renovación y apertura a caminos inéditos.
- Hay que enfrentar dificultades en la formación de las jóvenes generaciones por su diferente mentalidad y por falta de definición de formadores y formadoras de qué proyecto de sociedad, de Iglesia y de vida consagrada se desea configurar y crear. Para ello encarnar el carisma en los diversos continentes de acuerdo con la situación de la Iglesia, de sus culturas y de los signos de los tiempos y de los lugares.