miércoles, 10 de marzo de 2010

De Víctor Codina, vale mucho la pena.

Gente!!! haciendo caso de la petición de Mich para que compartamos más por el blog les paso esta reflexión que puso una amiga boliviana en el facebook, la escribió Víctor Codina, un jesua de esos brillantes y certeros. Todo mi cariño!!



Escrito por Víctor Codina sj* -CJ-

No sé quién eres, no sé cómo te llamas, ni conozco de qué país has venido a Barcelona. Pero te vi la otra tarde en la calle Roger de Llúria, a la altura de Aragón, cruzando la calle mientras conducías la silla de ruedas de una señora mayor. Comenzaba a oscurecer y hacía frío, la señora llevaba un abrigo de pieles largo, un sombrero de piel, guantes y un bolso muy elegante. Tú ibas vestida muy sencillamente, con una simple bufanda al cuello, sin guantes. Se te veía joven y fuerte, un quizá un poco seria..

Por tus rasgos, por el color de tu piel, por tu forma de ir vestida comprendí claramente que no eras asiática ni africana, tampoco de la Europa oriental. Seguramente eras latinoamericana: ¿ecuatoriana? ¿boliviana?, ¿colombiana?¿peruana?. No lo sé con certeza.

Eras joven y llevabas a una persona mayor, anciana. Seguramente en su casa, su familia, así lo espero, te tratan bien, te pagan un buen sueldo, mayor que el que recibías en Latinoamérica. Imagino que ya tienes los papeles en regla y que no sufres al salir a la calle temiendo que la policía te detenga por ilegal y te reenvíe a tu país de origen. Pero pienso en los que has dejado en tu país: ¿has dejado a tus padres? ¿has dejado a tus hijos al cuidado de tu esposo o de los abuelos? ¿Por qué has abandonado tu tierra, tus costumbres, tus tradiciones, tu familia? Seguramente para ganar más, para así poder costear los estudios de tus hijos, para poder comprar un terrenito y hacerte una casita, para montar un pequeño negocio cuando regreses.

Pero el precio de tu estancia aquí es muy alto: separación, soledad, rupturas culturales y humanas. Viéndote llevar la silla de la vieja dama me pareció que tú representabas a los países jóvenes que ahora ayudan al Primer mundo, a la vieja Europa, culta y rica pero en muchos aspectos decadente.

Hace 500 años la España colonial, concretamente el Reino de Castilla, descubrió, conquistó, explotó, saqueó, violó y en gran parte extinguió la población originaria del continente americano. Aragón no participó en la conquista, aunque seguramente no hubiera actuado de forma muy diferente. Siglos después, los historiadores afirman que muchos catalanes se enriquecieron en América traficando esclavos que trabajaban la caña de azúcar y el café.

Hoy, después de 500 años, los descendientes originarios o mestizos de aquellos pueblos venís a España, convertidos en siervos, en los nuevos esclavos del siglo XXI: cuidáis ancianos, trabajáis en la construcción, cosecháis el campo, sufrís también las consecuencias de la actual crisis económica: algunos están en el paro, otros regresan a sus países de origen… Pero en realidad, aunque no se suele decir mucho, aquí os necesitan, pues los emigrantes hacéis muchas veces los trabajos más duros y humillantes que nadie quiere hacer. ¿Qué sucedería si un día todos los emigrantes os declaraseis en huelga? ¡El país se hundiría en el caos más absoluto!

Y aquellos pueblos latinoamericanos que entre luces y sombras fueron evangelizados por la Iglesia colonial, ahora se sorprenden al ver que la antigua metrópoli católica está muy descristianizada, muy secularizada, muy agnóstica y fría religiosamente. Seguramente esto te choca a ti, que rezas al Diosito y a la Virgen cada día, que estás acostumbrada a poner velas a los santos para que protejan a tu familia. Seguramente esta vieja dama a la que tú acompañas en su silla de ruedas es una mujer creyente y piadosa, posiblemente tiene mejor formación religiosa que tú, a lo mejor la estabas llevando a la vecina parroquia de la Concepción. Pero sus hijos y nietos muy probablemente no frecuentan muchos el templo.

Tú, seguramente sin darte cuenta, con tu fe sencilla, con tu trato cariñoso y dulce a la anciana, con tu sentido de honradez, de austeridad, del compartir, con el respeto que tu pueblo tiene hacia los mayores de edad, les están evangelizando. Seguramente si has viajado alguna vez a tu país le has traído regalos a la señora: un chal, unos bombones, unas artesanías típicas, porque los latinoamericanos tenéis un fuerte sentido de la gratitud y de la gratuidad. Posiblemente la señora se habrá extrañado, te habrá dicho que no era necesario hacerlo, pero tú sabes muy bien que esto siempre se hace en tu tierra, donde el dinero no es lo principal

A la gente que te vio pasar y cruzar la calle conduciendo a la vieja dama, seguramente no le llamó la atención: se ven tantos casos semejantes ¡ Tampoco es la primera vez que yo lo veo, pero esta vez me golpeó, me sacudió, porque hace muchos años traté con los españoles que emigraron a Alemania y sé lo que sufrieron, y ahora que resido en Bolivia veo el dolor de las familias divididas por la emigración, niños sin padres, sin el afecto materno, aunque reciban mensualmente remesas de euros. Por esto a quines me preguntan si es positivo viajar a España, yo les aconsejo que se queden en su país, en su tierra.

Ojalá llegue un día en que nadie tenga que abandonar su propio país para sobrevivir y se cumplan los deseos del viejo profeta Isaías para el pueblo de Israel que regresaba del exilio:

“Construirán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán su frutos, no construirán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma…y podrán gastar lo que sus manos fabriquen (Is 65, 21-22).

Ojalá la vieja dama a la que llevas en silla de ruedas pueda un día escuchar de los labios del Señor Jesús:” Yo era emigrante y me acogiste”( Mt 25.35). Porque el huérfanos, la viuda y el forastero siempre han sido los predilectos del Señor que se identifica con ellos.

Mientras tanto, joven emigrante desconocida y anónima, sigue cuidando con cariño a la vieja señora. Ojalá pronto puedas regresar a tu patria.

Todo esto pensaba cuando cruzabas con silla de ruedas la calle Roger de Llúria junto a la calle Aragón. Me hubiera gustado saludarte, hablar contigo, pero no hubo tiempo. Pasaste rápidamente antes de que el semáforo se pusiera de color rojo. Te perdí de vista.

Sólo quedó el semáforo rojo como una señal de alerta para todos nosotros. Hacía frío. Pero al seguir caminando pensé que los pobres nos evangelizan.

1 comentario:

  1. Que fuerte!! y que real!!!
    relmente el fenòmeno migratorio azota a todos los niveles de nuestro mundo, y en estos momentos mucho mas fuertemente a nucleos concretamente empobrecidos, como es el caso de Nicaragua, es increible la pobreza en la que esta gente esta intentando sobrevivir...
    no podemos quedar indiferentes ante esta realidad mundial...

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